Su naturaleza y oficio
Son un centenar de divinidades femeninas que personifican los aspectos amables del mar, con su infinita disponibilidad como camino y la innumerable sonrisa de sus olas. Viven en el fondo, juntamente con su padre, hilando telas preciosas y oyendo música; y surgen de cuando en cuando entre las olas para jugar, danzar, observar lo que se tercie e intervenir si procede.
Su nombre
El nombre de Nereidas o hijas de Nereo está relacionado con una raíz indoeuropea que significa nadar (cfr. lituano nerti = zambullirse), o quizás con el nombre semítico de los ríos (cfr. fenicio y árabe nahar = río); pero en griego tomó el valor de encantadoras, e incluso en griego moderno se llama neraides a las hechiceras y a los ojos femeninos tenidos por tales.
Su parentela
Los primeros seres materiales que se definieron en el Caos fueron la Tierra, el Cielo y el Mar: luego la Tierra uniéndose con el Cielo tuvo a los Titanes -comenzando por Océano, el río que rodea y separa del más allá el disco de la tierra firme, y Tetis, el mar profundo y fecundo, que son padres de 3000 ríos y otras tantas fuentes y lagunas-, y unida con el Mar a los 5 llamados ancianos del mar, comenzando por Nereo. La descendencia de todos ellos fue casi exclusivamente femenina, monstruosa para los que se unieron entre sí, pero bellísima -salvo por castigo las harpías- para los que se mezclaron con los titanes, recuperando así el componente celestial: son las las hijas de Taumante = el maravilloso y Electra = la atractiva, que personifican los efectos más imponentes del mar (las Harpías el viento huracanado e Iris el arco); frente a los benignos que representan las nereidas, nacidas de Nereo con Doris = el regalo, hija del Océano.
Algunas historias personales
La mayor de todas es Anfitrite = la que rodea el mar (cfr. irlandés triath = el mar), que mientras dirigía la danza de sus hermanas frente a Naxos sedujo e hizo sentar cabeza al casquivano Poseidón, señor olímpico del mar. Con él tuvo a Tritón = el mar, y a la llamada Bentesicime = el mar de fondo.
Pero la más famosa es Tetis = la prenda, amiga de Juno y codiciada por Júpiter, pero obligada a casarse con un mortal, cuando se conoció su destino de tener un hijo más poderoso que su padre... la enamoró Peleo, venciéndola en una artera lucha en que adoptó, con versatilidad verdaderamente acuática, formas de ave, árbol y tigre; y fue madre nada menos que de Aquiles (Por cierto que en el festín de esas bodas lanzó Discordia su manzana!
Casi tanto, por sus amores, lo es Galatea = la blanca como leche, locamente prendida en los suaves encantos del bello Acis y sorda a los requiebros y quejas del montañoso y tosco Polifemo.
Algunos hechos colectivos
Generalmente aparecen como espectadoras y no actrices; por ejemplo de las tropelías de Circe, del rapto de Europa... pero a veces intervienen activamente; así lo hacen con los Argonautas, frente a la amenaza de Escila, Caribdis y las Rocas errantes, tomando en vilo su barco y correteando con él como chiquillas que jugaran a la pelota en una playa... También en el castigo de Andrómeda, cuando airadas porque su madre la comparó con ellas en belleza, exigieron su muerte por el monstruo Glaucetes = el cetáceo azul, que menos mal que llegó Perseo, lo mató y las aplacó.
Su pervivencia en las artes
Están, por supuesto, en la poesía griega donde se cuenta todo lo dicho, desde Homero hasta Apolonio de Rodas; y en la latina, cuando elabora las mismas leyendas, como en los versos de Virgilio u Ovidio, o cuando, como en Propercio, las hace convierte en decorado y claqué de sus propias victorias navales. Y también en la poesía arcádica y la novela pastoril del Renacimiento pululan esquivas Galateas, como la más dura que el mármol a mis quejas de Garcilaso; y son también Garcilaso y Camões los que aclimatan como Ninfas del Tajo a Clímene = la renombrada, Filódoce = la recogehojitas, Dinámene = la poderosa y Nise = la isleña. Incluso en el delicioso cuentecillo de la bella y la bestia se reproducen los amores de Galatea y el Cíclope. Shakespeare recuerda cómo se disfrazaban de Nereidas las damas de Cleopatra, y E. A. Poe hace intervenir en su Al Araaf a una inquietante Nesace.
En la pintura griega y en la renacentista se las representa frecuentemente como cortejo de Anfitrite o Tetis en sus bodas, de Europa raptada o de los coqueteos o el triunfo de Galatea, como el maravilloso pintado por Rafael.
Otras pervivencias
En la onomástica: tenemos un S. Nereo, y tiene algún uso el nombre genérico Nereida; y entre los individuales se usa también Eunice = la que da hermosas victorias, de amor, se entiende; y últimamaente Yanira = la de un solo hombre, la fiel.
Su relación con Canarias
En la medida en que estas islas fueron morada de las Hespérides, guardianas del jardín de Juno con las manzanas de oro -los reflejos dorados, verdes y rojos del sol poniente-, podremos decir que ellas, las Nereidas, indicaron su rumbo a Hércules cuando las vino a buscar...
Su papel en el viaje de Vasco de Gama
Camões hace intervenir en su poema a las Nereidas en general, y nominalmente a Anfitrite (que llama también Salacia, a Doto, Galatea o Nerine, Nise, Oritía y Panopea, y sobre todo a Tetis; además añade una llamada Efira y quizás tenga también por Nereida, aunque no lo diga a la 20 e innominada esposa de Neptuno. Su intervención puede resumirse en 3 capítulos:
1º. En la acción del poema
a) Intervienen ya en el canal de Mozambique, cuando las naves reemprenden su camino tras las escaramuzas, aunque sólo sea como escolta a través de las olas de Anfitrite; y luego con salvadora eficacia en la barra de Mombasa, a petición de Venus Dione, que las arenga a lomos de un tritón enamorado: allí se dan maña todas, y nominalmente Nise, la Nerine Galatea y Doto, con toda su cerúlea compañía (que deben de ser los demás tritones, Glauco y Proteo), para estorbar la entrada a las naves y frustrar el engaño de Baco en tanto Vasco se percata.
b) Solamente dos están presentes en la asamblea de los dioses marinos, convocada por Neptuno a petición de Baco; y son las dos esposas de Neptuno: Anfitrite con un mirar que vencería al Sol, acompañada de su delfín-celestina; y la anónima, con un lindo transparente, para no ocultar lo que merecía ser mostrado.
c) En cambio, durante la tormenta del Índico acuden todas; y atendiendo al llamamiento e instrucciones de Venus se adornan y hacen mimos a los vientos, para calmarlos: Oritia al Bóreas, Galatea al Noto y otras a otros.
d) Pero su intervención reina es en el viaje de vuelta: rendidas de amor por los elogios de la Fama y las flechas de Cupido, a petición de Venus, acuden al encuentro de los Lusíadas en una isla que Venus hace emerger al efecto. Se hacen interesantes con sus músicas y cantos, sus fingidas cacerías, caídas y carreras en la floresta o en el mar. Lo que luego pasó, mejor fuera probarlo que contarlo; incluso la esquiva Tetis toma por su cuenta a Vasco y lo sube a un palacio de cristal allá en la cumbre, para explicarle los secretos de la Esfera, que a Portugal tenía el cielo reservado su conocimiento... y tras un día entero en tales juegos y conversaciones, los conducen a un banquete donde Tetis misma canta con voz de angélica sirena los secretos que ha aprendido con Proteo en las profundidades: la futura historia de los gobernadores, virreyes y capitanes de la India en los 70 años venideros, sus visicitudes y premios, incluidos futuros encuentros con las nereidas; luego hace descender un globo en que se representa el universo entero, desde la esfera suprema donde están los verdaderos dioses, hasta las inferiores en que están las estrellas con sus constelaciones, los planetas y la tierra; y le va mostrando las distintas partes y qué hará Portugal en cada una; y luego los declara dignos de estas eternas esposas, y los despide; y ellos se van contentos con las nereidas.
2º. En el recuerdo de Adamastor
Adamastor cuenta a los navegantes su cuita amorosa con Tetis, cuando la vio desnuda en la playa con las demás hijas de Nereo, le hizo saber por Doris que pensaba tomarla incluso por la fuerza; y ella fingió avenirse, diciendo que lo hacía con la esperanza de evitar así una guerra; pero luego lo engañó haciéndole ver a lo lejos una roca igual a élla, que cuando llegó y la abrazó, se halló de golpe convertido en piedra.
3º. En las invocaciones y reflexiones del poeta:
a) reflexiona que Tetis y las nereidas no son sino las honras y triunfos en la vida.
b) les promete, en cuanto ninfas del Tajo, que dará fama con su canto a quienes usen caprichosamente el poder por complacer al vulgo.
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