Parece una imagen cansada. Cansada de luchar y pelear contra todas y cada una de las tormentas. Pero aun así sobrevive, ya no sólo el barco como vehículo de navegación, sino las miles de historias y recuerdos que dentro del mismo aguardan.
Veo una proa lanzada, típica en los barcos de pesca. La popa no se muestra con claridad en la imagen. Si nos fijamos en el casco, vemos en la parte inferior, una zona más oscura. Es la línea de flotación, el casco está delimitado por ella. La parte inferior (más oscura en la imagen) es la obra viva del buque (parte sumergida) y la parte superior, desde la línea de flotación hasta la borda, es la obra muerta.
Investigando acerca de esta temática, leí que el mar se puede interpretar como una limitación natural y, por lo tanto, navegar es algo así como una violación de las leyes de la naturaleza. Veo esta imagen y sólo pienso en el placentero momento en el que el viento te empuja, te acaricia, y todo lo que ves es el agua mar y el horizonte. Un horizonte acompañado o no de montañas, pero con un fenómeno natural tan bello como puede ser la puesta y salida del sol. Sin embargo, antiguamente se le dio un gran valor comercial, aunque seguramente existiría alguna persona tan enamorada de la vida como yo y sabría apreciar esos momentos.
Tambien conocemos esa otra visión de la navegación cómo es la piratería, que tanto daño hace a los perjudicados, pero tanta ganancia ocasiona a los causantes. La historia debería de cambiar y suceder lo que narra Giovanni Boccaccio en el Decameron, que según tengo entendido, cuenta la aventura del mercante Landolfo Rúfolo, quién se dedica a la piratería, exclusivamente por aumentar sus ganancias. En esta historia, un naufragio le despoja de sus bienes materiales, lo que le cambiará la vida y lo convertirá en un hombre más prudente.
Puede que este barco haya dejadomuchas vidas perdidas en el mar, incluso puede haber dejado algún afortunado perdido en una desolada isla desierta, el cual, a día de hoy, todavía luche por sobrevivir.
Conforme avanzan los años, se buscan los viajes, la experiencia y el aprendizaje en estos buques. Se trata de conocerlo todo, desde la religión hasta la investigación, pasando por las costumbres e idiomas. El conocimiento ha ocupado al hombre gran parte de su existencia y ha despertado en él las ansias de vivir y descubrir un mundo nuevo tras los mares y montañas que nos rodean. Antes decíamos que el mar era algo así como una limitación de la naturaleza, y ahora, desde este otro punta de vista, es una puerta a lo desconocido.
Todavía hoy se especula sobre la existencia de seres desconocidos, las nimfas del mar, las denominadas Sirenas. Acerca de estas figuras tan míticas leí lo siguiente:
"El cuerpo de las sirenas, a pesar de que vivían en los océanos y de lo que tradicionalmente se ha representado, estaba formado por un cuerpo de aver y un rostro de mujer, por lo tanto, no tenía aletas, sino alas. Las sirenas detentaban una voz de inmensa dulzura y musicalidad y se prodigaban en cantos cada vez que un barso se les acercaba. por lo que los marineros, encantados con sus sonidos, cuando no podían huir de ellas se arrojaban al mar para oírlas mejor pereciendo irremediablemente. Sin embargo, si un hombre era capaz de oírlas sin sentirse atraído por ellas una de las sirenas debía morir."
Cuantas hojas no fueron escritas por soñadores mentando a grandes figuras, como Afrodita, diosa del amor y protectora de los marinos, junto con el héroe griego Ulises y muchos otros.
Lo bonito de esta imagen es la experiencia y placidez que desprende. Un día más parece pasar y continuo viendo un rayo de esperanza en ese barco. Tal vez suba la marea y vuelva a navegar, aunque solo sea en los sueños de los marineros perecidos en ese temido encuentro con la tempestad.
Tamara Callado Azorín
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